3 parte: "La ciudad gris"
La capital nos recibía fría, indolente con sus enormes rascacielos y viejos edificios, en mi concepto una ciudad gris y algo melancólica, era tal vez la ciudad del Ulises de Joyce, de Harry Haller el lobo estepario de Hesse o tal vez del Antoine de la nausea de Sartre. Una ciudad llena de callejones, de formas cuadradas, de buses totalmente sucios y lo mas destacable de gente indiferente y que vive su vida sin preocuparse por los demás, una ciudad que en síntesis se lo quiere tragar a uno. Así la metrópoli intenta imitar a las grandes ciudades europeas intentando imitar su frialdad y modo de vida. Pero lo primero positivo que vi fue un enorme anuncio pegado en la pared que predicaba que en el teatro libre se estaba presentando “el idiota” de Fiador Dostoievski ¡oh que emocionante!, era algo que nunca veré en mi natal Medellín, esta gente verdaderamente sabia de arte, literatura, de teatro, de historia y de música, en resumidas cuentas, ¡de CULTURA!. Una ciudad de cultura, llamada capital mundial del libro, una ciudad llena de sitios cargados de historia para visitar, una ciudad donde en un parque venden libros nuevos por 5000 pesos, una ciudad donde se le daba oportunidad a cada manifestación cultural. Entonces pensé, ¿Qué carajos sigo haciendo en Medellín? ¿Qué carajos sigo haciendo en una ciudad donde el reggaeton y las putas cada vez tienen mas poder? ¿Dónde la educación y la incentivación cultural es mas mediocre?. En verdad deseo venirme a vivir a esta ciudad, propia de sujetos como yo, ajenos al mundo, soñadores y constructores de su propia realidad.
El bus finalmente paro y nos dejo frente a un hotel llamado Santa fe en todo el centro de la enorme ciudad cuyas distancias aun me sorprenden, por ejemplo se necesitan mas de 3 horas para recorrer desde norte a sur y si subes a Monserrate y miras a la lejanía solo ves edificios y edificios en el paisaje. El hotel resulto ser bastante caro para nuestros bolsillos de estudiantes ya que pedían 18 mil pesos por día e individual para cada estudiante. Tal propuesta era inaceptable y como Maria y José nos fuimos rogando por todas los hoteles a ver quien nos rebajaba o recibia a un grupo de estudiantes de dudosa pinta, unos mechudos e incluso uno de ellos, el grincho, con rastas pintadas el gibaro de nuestro grupo. Pero pronto encontraríamos un establo, aun que definitivamente no seria un niño traído por el espíritu santo lo que veríamos, sino una buena almohada y la satisfacción de alguna nesesisa fisiologica llevada a cabo. El hotel se llamaba “Av. Jiménez” quedaba en toda la avenida de dicho nombre, un poco arriba de la septima y cerca al edificio de City TV el canal rolo, cerca pasaba el trasmilenio (sistema de buses integrados), triste orgullo de esta ciudad a la que cada vez le caben menos almas y también se vislumbraba el museo de oro donde se conserva tal vez una de las mayores riquezas auriferas indígenas de lationoamerica, por ello sera que es guardada en una boveda de oro.
Al hotel llegue en un estado de total despeinamiento debido al viento y al calor del viaje, parecía el monstruo comegalletas. Un hotel sencillo para unos estudiantes pobres y llevados, nos darían tres habitaciones, una de una cama, otra de dos y una de tres. En la de dos durmieron Carol y Juliana nuestras compañeras, en la de tres durmieron pastuso, pedro y alejo y por ultimo en la de seis dormimos Grincho, Anselmo (un idiota de 28 años que parece que nunca creció ni maduro), y dos tipos peludos cuyo nombre no recuerdo, además de un extraño sujeto del que les hablare mas adelante y quien en conversaciones que tuve con el me sorprendió por su conocimiento y manejo de la historia, el arte y la literatura, cada una pasión de mi ser. Decidí no hacerme con mis amigos tradicionales (Pedro, Alejo y pastuzo) por que quería un poco de independencia y tranquilidad, pero esta como me di cuenta posteriormente era muy difícil de pedir. Todos estábamos cansados, así que la salida de aquel día no fue muy larga dimos una vuelta conocimos el chorro de Quevedo donde se fundo Bogota, es una fuente sencilla sin mucho encanto y pude ver el teatro libre donde se decía estaban dando el idiota de Dostoievski, me acerque a averiguar, pero el negro hijo de puta de vigilante me ignoro tal vez pensando que fuera alguna especie de gamin que viniera a molestar, ¡ah maldita soberbia y petulancia de algunos rolos!, seguro que quería estamparlo en la pared y decirle sus verdades, pero ah, las peleas suelen generarme un sentimiento de pereza interior. La vuelta no duro mucho y mis queridos amigos marihuaneros pudieron “mercar” con quien sabe que gibaro del centro de la ciudad que seguro fue bastante dificultoso debido a la gran cantidad de policías que hay en la ciudad.
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